Una de las características fundamentales del acto oficial es que, precisamente por las connotaciones implícitas en la oficialidad de algo, dicha acción no permite ningún tipo de fisura ni error, sino que depende de un protocolo estricto debidamente consensuado y establecido. Lo oficial surge de un pacto previo en el que todo se diseña, se ensaya y se decide de antemano para evitar cualquier fallo o imprevisto. En este sentido, el carácter ceremonial del acto oficial se asemeja a un proceso científico y racional en el que, la combinación estratégica de elementos (personalidades implicadas, escenarios, pautas de conducta, discursos...) ofrece unos resultados seguros y una interpretación unívoca e inflexible. Dicho de otra manera, por su propia naturaleza, el acto oficial no admite hechos descontrolados o espontáneos. Si esto ocurre, si algo entra sin permiso en el diseño cerrado de dicho acto, éste se desmorona, se diluye y, aparentemente, se convierte en una pantomima sin sentido. Es decir, pierde su solemnidad para verse sometido a los sorprendentes e incontrolables designios de la vida misma.
“El único camino que nos queda transitable hacia una utopía sea el de mantener viva la facultad de especular, no de que sea cierto, sino sobre la posibilidad de que sea cierto. Quizás la lucha de hoy, muy modesta, se tenga que limitar a tratar de que no nos quiten también eso.” Luis catmizer
Si aplicamos el término de acto oficial a la propuesta, encontramos una actitud de confrontación y diálogo de opuestos cercana al desmoronamiento de dicho acto; algo que, en su caso, aparece de un modo voluntario y consciente. Para ello, el artista parte de la supuesta oficialidad del hecho expositivo con el objetivo de desarmarlo y cuestionarlo a base de continuas irregularidades y alteraciones de aquello esperado. una confrontación entre el llamado zombi formalista (productor de formas) y el políticamente correcto: infiltraciones no previstas en los desarrollos, procesos y formalizaciones de una obra que desdibuja el modelo temporal básico de idea inicial-presentación final a partir de un juego constante, errático y eufórico de ensayo/error. Un binomio que, liberado en la medida de lo posible de todo protocolo, se convierte en su principal motor de actuación.
En este sentido, el proyecto especula desde el punto de vista que definió Graham Harman como la ontología orientada a objetos, dilemas del acceso humano a la realidad en torno a los que han oribitado las filosofías de la conciencia y del lenguaje mediante un giro que recupera la especulación como vía de acceso al ser de las cosas.
“si tomamos al realismo seriamente terminaremos trazando un modelo del mundo bastante extraño.”